Por Cecilia Schwartz Baruj.
Neuropsicóloga especializada en psiconeuroinmunoendocronología.
El estrés laboral es una situación que afecta, en algún momento, a quienes estamos activos laboralmente. Se define como una tensión sostenida en el tiempo, resultado de factores estresantes en el entorno de trabajo que el individuo percibe que superan su capacidad de afrontamiento.
Existe un término que define el estrés negativo: distrés. Este se produce cuando sentimos que las exigencias del entorno exceden nuestras posibilidades de respuesta y percibimos que no contamos con las habilidades o herramientas necesarias para enfrentarlo. Es en ese momento cuando el entorno —sea laboral o social— empieza a afectarnos negativamente.
Si analizamos la relación entre exigencia y productividad, observamos lo siguiente: cuando el nivel de exigencia es bajo, carecemos de motivación y, en consecuencia, la productividad será baja; nos sentimos apáticos. Por otro lado, cuando las exigencias son excesivas y sentimos que no disponemos de los recursos adecuados para enfrentarlas, nos angustia. En este caso, la productividad también disminuye, ya que no podemos responder de manera efectiva a las demandas percibidas. Por lo tanto, es fundamental que ambas variables —productividad y exigencia— se mantengan en equilibrio para garantizar un desempeño laboral satisfactorio.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el burnout (o síndrome de cerebro quemadol) «es el resultado del estrés crónico en el lugar de trabajo que no se ha manejado adecuadamente».
Este síndrome se caracteriza por tres dimensiones:
- Sensaciones de agotamiento emocional o falta de energía,
- Mayor distanciamiento mental del trabajo,
- Despersonalización o sentimientos de negativismo, y una reducción de la eficacia profesional debido a la falta de realización personal.
Entre sus causas, se destacan el estrés crónico en el lugar de trabajo, falta de control sobre sus actividades laborales y ausencia de apoyo social.
Entre los síntomas más comunes se incluyen: cansancio excesivo, dolores de cabeza frecuentes, fatiga muscular, hipertensión, alteraciones en los latidos cardíacos y cambios en el apetito. Además, puede provocar falta de concentración, problemas de memoria y dificultades para aprender, impactando negativamente en la salud con trastornos del sueño, ansiedad, depresión, y aumentando el riesgo de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
Si observamos los datos sobre el estrés laboral en Argentina, la última edición de la encuesta Burnout 2023 realizada por el portal Bumeran revela que el porcentaje de argentinos que afirma sufrir este síndrome pasó del 81% en 2021 al 94% en 2023. Este estudio incluyó a 4.386 personas: 1.549 de Argentina, 754 de Chile, 452 de Ecuador, 464 de Panamá y 1.167 de Perú. Chile se ubicó como el segundo país con más trabajadores afectados, con un 91%, seguido de Panamá con un 83%, Ecuador con un 79% y Perú con un 78%. Según el informe, el burnout es un proceso paulatino en el cual las personas pierden interés en su trabajo, lo que puede conducir incluso a depresiones profundas.
Si pensamos en los grupos más vulnerables a padecer este síndrome, podemos destacar a empresarios y profesionales que, pese a ser eficaces en sus actividades, sienten un «desgaste» interno. Profesiones con altos niveles de exigencia, como el personal de salud —en particular, enfermeros, cirujanos, intensivistas y emergentólogos— y los docentes, son especialmente propensos a sufrir burnout. Estos últimos, sobrecargados por tareas burocráticas fuera de su horario laboral, ven cómo esas tareas se alejan de las motivaciones que los llevaron a elegir su profesión. En el estudio de Bumeran, el 41% de los encuestados en Argentina afirmó trabajar entre 45 y 50 horas semanales. Las principales causas del burnout mencionadas fueron: la falta de claridad respecto a las responsabilidades del rol, el trato recibido por los superiores, la presión laboral, la falta de tiempo y la sobrecarga de trabajo.
Además, el 52% de los encuestados aseguró sentir falta de energía o cansancio extremo, el 41% mencionó cinismo o negativismo hacia el trabajo y el 23% declaró sentirse ineficaz en sus labores. Un 48% manifestó haber experimentado todas las sensaciones mencionadas. Solo el 4% indicó no tener ninguno de estos problemas. Al ser consultados sobre qué acciones planean tomar para combatir el burnout, el 46% expresó su intención de cambiar de empleo.
Todo lo anterior resalta la urgencia de generar conciencia sobre esta problemática en la sociedad, así como de proporcionar herramientas de apoyo tanto a los trabajadores como a los empleadores, con el objetivo de mejorar el clima organizacional. El desafío es que el trabajo no solo nos permita cubrir nuestras necesidades básicas, sino también crecer como individuos.